Experiencias con adolescentes: entre lo físico y lo digital

La tecnología ha traído nuevos espacios de difusión y visibilización de los programas de acompañamiento a la adolescencia en diferentes ámbitos, y no sólo son nuevos por los formatos y medios, sino por el tiempo que les dedicamos; en Aragón, en torno al 30 por ciento de los adolescentes usan las redes sociales al menos, 5 horas al día. ¿Qué oportunidades nos ofrece esto?

En las III Jornadas FAIM, “Comunicación, Tecnología y Adolescencia: ser y acompañar vidas que también son digitales”, diferentes organizaciones compartieron sus experiencias con el uso de la tecnología y fue Yolanda López, doctora en Psicología y profesora en la Universidad de Zaragoza, quien nos ofreció el contexto en el que trabajamos con la adolescencia.

Los adolescentes son nativos digitales y los smartphones son el dispositivo por el que miran el mundo y reciben información, cambiando las formas de pensar y de actuar que conocemos los adultos; el tipo de contenidos que consumen es, sobre todo, audiovisual, y las redes más seguidas con Whatsapp, SnapChat, Instagram y Youtube. Si preguntamos para qué usan las redes, nos dirán que para curiosear y seguir a gente interesante y para relacionarse, aunque también buscan apoyo en estas plataformas.

¿Cómo usan las redes sociales las entidades en este entorno?

Felipe Soto, de la Fundación INTRAS, trabaja en Zamora con personas con enfermedad mental. Para esta organización la tecnología ofrece oportunidades y mucha información: por ejemplo, las redes nos dicen cuántas personas consultan una alerta epidemiológica por una enfermedad, y podemos crear plataformas de contacto entre usuarios y profesionales o programas de realidad virtual para aplicar en programas de duelos patológicos, trastornos adaptativos o trastornos de estrés post-traumático. Soto reconoce que este tipo de proyectos, en ocasiones, no pasan de una fase piloto y que hay que estar al día para saber qué medios se van quedando obsoletos.

Desde su organización, Ondula, Inés Bebea trabaja en la educación en el uso de las tecnologías, sobre todo a través del teatro. Esta es una técnica de dinamización y prevención que ayuda a comprender los usos de la tecnología y a identificar las situaciones y conflictos que aparecen en el día a día. El abordaje de la no violencia, buscar juntos la verdad de las cosas y comprender y desmontar dinámicas opresor-oprimido son algunos de los objetivos principales que se busca para vivir las redes de una forma sana ya que el miedo es una sensación que muchos adolescentes reconocen en las dinámicas que realizan.

La Fundación Orange también desarrolla proyectos que aúnan el espacio físico y el digital porque son espacios en los que se mueve la adolescencia. En este sentido, consideran que el conocimiento y las experiencias no están aisladas.

A través del proyecto Solidarity FabLabs, que nació en Francia, la fundación tiende puentes entre la innovación y los jóvenes con más dificultades para el acceso a la tecnología para favorecer la inclusión social activa y participativa de los jóvenes. Blanca Villamía explicó en las Jornadas cómo los jóvenes ven en estas iniciativas oportunidades de desarrollo personal y profesional. Además llamó la atención sobre los recursos que se ofrecen a los adolescentes que participan en programas de formación básica, que generalmente son instalaciones más deterioradas que los relegan a lugares inferiores cuando lo que necesitan es que se les ofrezca “confianza y medios para salir con fuerza en su entorno social y laboral”.