10 horas con Eva Bach. Una visión positiva de la adolescencia.

Tras el taller formativo del pasado mes de mayo, con Eva Bach, queremos recoger aquí un pequeño resumen de la actividad. Escrita amablemente por nuestro Director Técnico Miguel Ausejo:


«Volvimos a tener un espacio de encuentro con Eva Bach, en esta ocasión primó lo práctico sobre lo teórico.

Cabría decir que  una de las primeras ideas a resaltar del proceso de trabajo con Eva es; Que es preciso tener una visión positiva de la adolescencia, e incluso de la propia adolescencia, para acompañar de forma saludable en este periodo de la vida.

Etapa la adolescencia de dualidades que han de ir armonizándose individualmente en medio de distintas turbulencias (las de la adolescencia como etapa, las del contexto, y las del sistema familiar del que cada uno formamos parte).

Etapa que deberíamos saber contarles de forma positiva, considerada, abierta, empleando palabras fuerza (con magia que abren puertas y mueven montañas), retornando sus palabras retocadas.

Nos dio tiempo de recordarnos algunas expresiones que en el diálogo con ellos y ellas pueden ser de utilidad: “si quieres y puedes creo que puede ser bueno”, “¿tiene esto sentido para ti?” “¿te sirve, te dice algo?”, “a lo mejor lo que te pido no lo puedes hacer nunca”, “no podré hacer mucho si tu no quieres.«

Hablamos de los adultos (que acompañan adolescentes), y surgió una idea que nos recordaba que no convenía que fuéramos ni “quitanieves” (por delante quitando impedimentos), ni “helicópteros”  (sobrevolando siempre por encima). Que en ocasiones era preciso estar “con el corazón roto esperando que se la pegue”, ya que existía la posibilidad de que no se la diera. En todo caso importantísimo aprender a levantarse y suceda lo que suceda “yo estaré por ahí”.

Para terminar esta reseña de 10 horas de intenso trabajo, en la que resulta imposible trasladar las sensaciones vividas, algunas  ideas sobre las que pensar.

La necesidad de tratar de llevar la responsabilidad a sus manos, nadie puede cargar con la adultez de otros.

La conveniencia de ayudar a mirar, leer, e interpretar de un modo mas amable, digerible, potenciador la historia personal, la vida vivida. Que podamos contarnos una historia reparadora, rindiéndose ante lo que uno no puede cambiar.

La importancia de las metáforas, y de lo simbólico, para afrontar situaciones y conflictos.

El peso de lo no dicho, de los secretos que no se nombran. En ocasiones los hijos toman lo que los padres no pueden expresar. Es preciso liberar a los descendientes de lo nuestro (de lo de los padres, abuelos,…).

No se puede trabajar con la demanda de un ausente.

Para concluir y en relación a la ayuda convendría no perder de vista que  “no se puede dar ayuda al que no la pide o no la quiere”,  y “solo se puede dar lo que el otro puede tomar”.
Desde FAIM dar las gracias a Eva y a todos los participantes en el taller.